martes, mayo 09, 2006

Lo profesores de aquellos tiempos. Parte 1.

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Es hora de la lección

Después de una conversación entre panas surgió el tema de la educación actual comparada con la que nosotros recibimos. Hoy todo se ha mejorado supuestamente, con el libre acceso de la información por el Internet se tiene más campo de investigación, aunque ahora todo se simplifica en un corte y pega a Word, pero en otros aspectos como no quedarnos atrasados en la información respectos a los otros países es un punto a favor de las nuevas tecnologías.

Pero el caso disciplinario parece ser que no ha evolucionado, ya que ahora si a un pelado se le alza la mano se queda traumatizado o puede de repente tener secuelas de bajo rendimiento, esto no pasaba antes. Cojudas aquellas profesoras que suministraron un somnífero a esos estudiantes para tranquilizarlos, nada igual que el clásico “cállense pelados hijueputas” seguido por un reglazo o un tatequieto.

No me da vergüenza decir que pertenezco a una generación en la que el castigo corporal en la escuela primaria no era mal visto, al menos no como ahora. Durante mis años como chavorete se suministraron apoyos académicos por parte de mis maestros a todo el alumnado de mi aula: Jaladas de patillas, golpes en las manos con un cinturón de cuero o con una regla T, tenis de clase tipo Federer sin discriminar si eres macho o hembra, todo por el bien de la institución que llevaba el nombre de un supuesto héroe del Pichincha que murió de la forma más cojuda.

Recuerdo esos días en que emigramos desde la Kennedy por las bombas lacrimógenas que propinaban los bastardos de Alfaro Vive Carajo para irnos a un sector que un momento solo estaba lleno de mosquitos y que ahora en un sector urbanístico de la gente con altos recursos.

Pero sin cambiar de tema con una nueva infraestructura mejorada parecía que todo iba a cambiar, pero lo único que cambio fue el valor de las pensiones. El sector docente permaneció con sus técnicas ancestrales de disciplina. No recuerdo cual de esas mini-torturas era la más dolorosa (me inclino hacia el golpe con la correa o tal vez al jalón de patillas) pero sí sé que la más original de todas era la de los raquetazos en el trasero propinada por el Señor “Rabia” de Quinto grado ¿Cómo explica un profesor la existencia de una raqueta entre sus instrumentos de trabajo? En esos tiempos no existía Kournikova ni Sharapova para poner el pretexto del fetiche sexual. Lo único cierto es que por temor a que me aplicaran tal castigo pude mejorar mi caligrafía.

También estaba de más la tortura mental del profesor de sexto grado: El clásico dos, cuatro, seis, ocho, diez afuera a dar la lección era lo más temible de por los alumnos de salón, ya que esta cuestión era al azar colocando a los alumnos frente al pizarrón en forma de ganado listo para faenar, mientras el docente te miraba como que quería hacerte pedazos teniendo en su mano una lista de preguntas que rebuscaba creo del culo del diablo. Si fallabas el muy hijo de puta llamaba a tus padres o te envía una nota que debía ser firmada por ambos padres para así también asegurar el castigo en casa. En cambio si dabas bien la lección, el bastardo en la siguiente hora de clase con otra materia te volvía a sacar al frente para suministrarte nuevamente otra dosis de tortura mental.

Continuará….

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Y en ese tiempo no estaba Sharapova.

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